martes, 31 de diciembre de 2013

Libros devorados en 2013

Hace unos meses, publiqué una entrada sobre lo poco que había leído estos años, y como había transformado esta falta de literatura en un sencillo propósito de año nuevo: leer más.
Se dice que los propósitos se cumplen un mes y luego se olvidan, pero yo este año puedo estar muy orgullosa, porque me he leído nada más y nada menos que 26 libros (excluyendo cómics y demás, que alguno ha caído también), más de la mitad de lo que he leído en los últimos cinco años. Algunos los he devorado, sin apenas respirar. Otros me los he tomado con calma, reposando cada página, a veces tomándome meses para leerlos. Otros los he dejado a medias, peor los acabaré, porque creo que para leer ciertos libros hay que estar en el momento correcto de tu vida, y puedo que aún no haya llegado, peor llegará. No creo que haya libros malos, simplemente algunos no encajan con nosotros, como las personas. Algunos de mis libros me han encantado, otros no los recomendaría, y algún otro me ha entretenido aunque no sea ninguna obra maestra de la literatura. Al fin y al cabo para eso se lee: para soñar, distraerse, pensar y crecer. No sólo para aprender.
Lo mejor de alcanzar y superar mi meta (quería alcanzar los 24 libros, una media de dos al mes) no ha sido la satisfacción de ver que si te propones algo puedes cumplirlo, que también, o ser capaz de mantener mis metas, si no el reencontrarme con mi yo lectora, con la persona que acaba un libro y, tal y como lo cierra, ya está abriendo otro. Volver a viajar a otros mundos, beberme las historias, enamorarme de personajes y apuntar citas. Echaba de menos eso, y no era del todo consciente.
Como algunos comentasteis que os había pasado lo mismo, os animo a que este año que empieza saquéis un huequito para leer un poco más. Leer alimenta el alma y la mente, y es la adicción más sana que tendréis en esta vida.


Como ya hice en su momento, esta es la lista de los libros que me he leído, por si alguien quiere recomendaciones. El orden es simplemente cronológico, no responde a nada más. Cualquier pregunta o consulta es bienvenida, así como sugerencias para añadir en 2014. Desde luego, si el año que viene leo al mismo ritmo me voy a plantear abrir un blog de recomendaciones literarias. Hay muchos libros que han llevado a una película, como podréis ver. Disfruto leyendo los libros y viendo los cambios que hay entre una versión y otra. No os engañéis, no siempre el libro es infinitamente mejor, ni una adaptación fiel es siempre la mejor opción. Cuando hay finales distintos puedes elegir cuál te gusta más, y eso es algo que me gusta.
Nota: Los que tienen el título en inglés es que me los he leído en inglés, así que no sé si existen en castellano, aunque posiblemente sí.

-The perks of being a wallflower, de Stephen Chbosky.
-50 sombras de Grey, de E. L. James.
-Harry Potter y el prisionero de Azkaban (segunda lectura), de J. K. Rowling.
-Mejor Manolo, de Elvira Lindo.
-El mundo amarillo, de Albert Espinosa.
-Las cosas que no nos dijimos, de Marc Levy.
-El cuaderno de Noah, de Nicholas Sparks.
-Las crónicas de Narnia: el sobrino del mago, de C. S. Lewis.
-Brújulas que buscan sonrisas perdidas, de Albert Espinosa.
-Los cuentos de Beedle el bardo, de J. K. Rowling.
-Choque de reyes, de George R. R. Martin.
-An abundance of katherines, de John Green.
-El caso de la pistola y el pastel de chocolate, de Ashley Miller y Zack Stentz.
-Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll.
-A través del espejo, de Lewis Carroll.
-Bajo la misma estrella, de John Green.
-Dear John, de Nicholas Sparks.
-Cazadores de sombras: ciudad de hueso, de Cassandra Clare.
-Un mundo feliz, de Aldous Huxley.
-Las crónicas de Narnia: el león, la bruja y el armario, de C. S. Lewis.
-Una vacante imprevista, de J. K. Rowling.
-La ladrona de libros, de Markis Zusak.
-Tormenta de espadas, de George R. R. Martin.
-20 times a lady, de Karyn Bosnak.
-El hobbit, de J. R. R. Tolkien.
-The nanny diaries, de Emma Mclaughlin y Nicola Kraus.


martes, 17 de diciembre de 2013

El cielo giraba en espiral mientras las estrellas caían sobre ellos. Quizás era por la lluvia de meteoritos, o tal vez era sólo el alcohol haciendo de las suyas, pero era todo un espectáculo. El césped estaba húmedo, aunque era algo agradable a esas horas de la madrugada. Había gritos de fondo, y aun así se podía sentir el silencio. Hasta que uno de ellos lo rompió.
-¿Alguna te arrepentiste de lo que pasó? –preguntó sin apartar la vista del cielo. Sus manos casi se tocaban.-  Bueno, más bien de lo que NO pasó.
-¿De aquello? Fue hace… ¿cuánto? ¿Ocho años? –sus ojos estaban cerrados, intentando recordar el momento.
-Más o menos, sí.
Giró la cabeza y sus miradas se encontraron.
-Pues entonces llevo ocho años arrepintiéndome.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Mil y un besos

Qué pena no poder darte un beso. Sólo uno. O tal vez dos. Un beso de buenos días, y otro de buenas noches. Y uno de buenas tardes. Y otro para el desayuno. Para la comida, la merienda y la cena. Uno que te despida cuando te vas a clase, y otro que te reciba cuando vuelves. Un beso cuando te vistes, un beso cuando recoges. Uno para la sobremesa, otro para el café y la siesta de después. Para que estudies por la tarde. Uno cuando te duchas, siete cuando te secas el pelo. Uno para cuando te haces la cena y dos para cuando me sonríes por la pantalla. Uno para cuando te sientas en el sofá, cuando ves una peli, cuando te quedas dormida.
Uno por cada bostezo, cada legaña y cada estiramiento. Dos por cada vez que te retiras el pelo de la cara y tres por cada vez que me haces reír. O seis. O mil.

Mil besos por cómo eres… y uno más, por inspirarme.

viernes, 29 de noviembre de 2013

Respira

Levántate. Haz un gran desayuno. Lee un poco. Haz una colada, dos, tres. Las que hagan falta. Baja a comprar comida. Date una vuelta, pero pensando en cosas que hacer. Ponte música alegre. Limpia la cocina. Pasa una aspiradora. Hazte la comida. Ponte una película. Insustancial, de las que sólo distraen. Duerme un poco. Pon más música. Arréglate. Sal. Intenta sonreír. Hazles creer que estás allí. Cena. Toma unas copas. Sigue sonriendo. Finge que estás bien. Vuelve a casa cansada, para dormirte pronto y, con suerte, no pensar.
Y respira. De cuando en cuando, no te olvides de respirar. Es más importante de lo que parece.
Así un día. Y luego otro. Y otro más. Hasta que deje de doler. Las 24 horas.

Resulta agotador. Mantenerte ocupada para olvidarte de que alguien ya no está en este mundo es horriblemente agotador.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Subconsciente

Estos tres últimos días mi cerebro ha decidido torturarme, y ha elegido el único ámbito en el que no puedo controlarle: los sueños. Cada noche lloro de alegría porque nos encontramos y me echo a tus brazos, nos abrazamos fuerte, como si no nos fuéramos a separar al despertar.
Un día podría soportarlo, pero cada noche el sueño se repite, y cuando abro los ojos me parece más bien una pesadilla, porque la consciencia pierde sentido después de verte de nuevo.
No necesito a un experto para saber lo que significa: que te echo de menos. Que me gustaría seguir despidiéndome en vez de estar aquí, sola, sin ti. Una despedida eterna en la que nunca dijésemos adiós.

Pero la realidad es que no puedo abrazarte, a pesar de ser lo que más quiero en el mundo ahora mismo. Por el momento tengo que seguir adelante, afrontando lo que venga y viviendo mi aventura. Eso sí, ten por seguro que cuando acabe y finalmente nos reunamos, lo sentirás en los pulmones.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Venga a nosotros el caos

Decía un sabio llamado Logan Echolls (y con “sabio” me refiero al personaje de una serie de televisión del que me declaro fan y pretendiente) que nadie escribe canciones sobre los amores fáciles, y es verdad. Yo estaba el triple de inspirada cuando la vida era más difícil y tenía algún problema sentimental. Cuando todo está bien, o cuando simplemente está en calma, las musas huyen.
Quizás haya un poco de egocentrismo en todo esto, ya que si tu vida está en orden te da mas tiempo para centrarte en los demás y en sus problemas, te ofrece tiempo para ayudarles a gestionarlos o para escribir sobre ellos. Sin embargo, lo fácil es escribir sobre el dolor propio, no sobre el ajeno o, si me apuras, el que creamos por simple amor a la ficción. No nos gusta inspirarnos en historias de otros, porque lo que escribimos debe de salir de dentro, porque no sabemos contar otras vidas que no hemos vivido, o nos gustaría vivir, o creemos saber vivir.
Yo creo que antes no era así. Antes no necesitaba un modelo de desamor para sentarme a contar una historia, pero lo cierto es que estoy en blanco desde hace tiempo en lo que a relatos se refiere, y nada podría darme más rabia. Me da la sensación de que todo lo que se me ocurre es aburrido, clásico, recurrente, viejo y/o poco original. Es complicado dar con el nudo para una historia cuando estás en standby emocional, y lo único que eres capaz de crear son historias planas, sin profundidad, y eso desemboca en que se te olvide ligar una palabra con la siguiente y empieces a no saber narrar de forma interesante ni cómo has comprado el pan esa mañana.

Quién lo iba a decir, al final el caos es mucho más útil que el orden. La  vida es más entretenida con cierta chispa de emoción. Como decía Barney Stinson, personaje de otra famosa serie televisiva, “maybe I don't want to be saved the trouble. Maybe I want the trouble.”

lunes, 15 de julio de 2013

La chica en las sombras

Le gustaba pensar en ella misma como en un secreto de Estado. Nadie sabía quién era, nadie conocía sus intenciones. Podía arrasar naciones enteras si se lo proponía, y no dudaría a la hora de apretar el gatillo.
Sería una máquina de matar, certera y silenciosa, eficaz y decidida, y volvería locos a los hombres, porque no hay nada más irresistible que una mujer que sabe lo que quiere. 
No tendría identidad, sería una sombra que se mueve en la noche, sin hacer ruido, sin dejar rastro. Manejando países, personas y empresas sin que nadie lo supiera.
Sería ángel y demonio, luz y oscuridad, crimen y castigo.
Sería todo eso y más.

Pero, de momento, lo que más quería era aprobar el examen de mañana, así que volvió a la Tierra y se concentro en su cuaderno de física.

jueves, 4 de julio de 2013

Erasmus permanente

-¿Crees que sería más fácil si creyeras en Dios? - dijo sin mirarla- ¿Si estuvieras convencida de que me voy a un lugar mejor donde seguiré siendo feliz?
Apoyó la cabeza en su hombro.
-Creo que no, porque tú seguirías yéndote y yo seguiría quedándome aquí. Es cómo cuando tu novio se va de Erasmus: sabes que se lo va a pasar bien y que es por su bien, pero no tienes por qué alegrarte.
Cerró los ojos e intentó no llorar.
Ninguna de las dos tuvo éxito.

martes, 25 de junio de 2013

Devoralibros

Una de las cosas que más me gustaba hacer de pequeña era leer. Lo leía todo. Leía libros, revistas, folletos, los letreros de la calle... Incluso antes de saber leer, me sentaba con un libro y fingía que le contaba cuentos a mi madre. Jamás tuve una sola falta de ortografía porque leía mucho, y me gustan las cosas bien acentuadas, con sus puntos y sus comas, porque sé lo diferente que pueden ser dos frases dependiendo de cómo estén puntuadas. Aprendí a leer y aprendí leyendo.

Y luego no sé qué pasó, que el número de libros que leía al año descendió en picado. Bueno, sí lo sé. Pasó que en el colegio nos obligaban a leer, en secundaria y bachillerato, unos libros concretos. Que yo entiendo que es importante tener cultura literaria, pero leer por obligación era algo que hasta yo, amante de los libros, odiaba. Es verdad que gracias a mi profesora de Literatura (en mayúscula, porque hay cosas que siempre deberían ir en mayúsculas) descubrí joyas que jamás me habría leído de no ser porque era "obligatorio", como fue el caso de "No digas que fue un sueño", de Terenci Moix, pero entiendo que a muchos de mis compañeros se les hiciera largo y aburrido (el principio es largo y aburrido, pero, al mismo tiempo, es fascinante). Leer por obligación no me gustaba, y si leía otra cosa me sentía culpable. Así que no leía. Abandoné mi hábito preferido. Bueno, no lo abandoné, seguí devorando literatura juvenil, y lloré mucho mucho con los tres últimos libros de Harry Potter, ambos tres de la primera edición, pero podía haber leído mucho más de lo que leí. Muchísimo más.

Pensaba que, una vez que llegué a la universidad y recuperé todo ese tiempo, también recuperé el hábito de leer. Me presenté a tanta gente como alguien a quien le gustaban los libros, que yo misma recuperé la ilusión por leer. Y no ha sido hasta esta semana que me he dado cuenta de que es mentira. 
A principios de año quise hacer una lista de todo lo que había leído y visto en 2012, y me dí cuenta de que no había leído ni 10 libros. menos de un libro al mes. Mucho menos si tenemos en cuenta que dos de esos libros eran Peter pan (la versión original de J. M. Barrie) y El principito (que se lee en una tarde). ¿Qué me había pasado? ¿Cómo podía ser que yo, lectora sagaz, devoradora de historias, no hubiese leído casi nada en un año? Hace dos días me acordé y quise demostrarme a mi misma que era cosa de un año, pero que el resto de mi vida universitaria había sido mucho más rica, literariamente hablando. Pues resulta que no. He hecho la lista de los libros que he leído en cinco años de carrera, y no llegan a cuarenta. Cuarenta libros, aproximadamente un libro cada mes y medio. Una estadística horrible teniendo en cuenta que los tres meses de verano los paso leyendo y tomando el sol. Me pregunto ¿en qué he invertido esos cinco años? ¿Por qué no invertí la hora de ida a la universidad, y su consiguiente hora de vuelta, en leer un poquito cada día? Porqués, porqués y más porqués.
Como ya nada podía hacer por ese 2012 que se acababa, ni mucho menos por los cinco años anteriores, me puse como meta leer mucho en 2013. Invertir mejor mi tiempo. Acabar todos los libros que tenía a medias (que son muchos). Volver a disfrutar leyendo. Recuperar esa insana costumbre de quedarte leyendo hasta las tres de la mañana porque no puedes dejarlo. acabar un libro, reposarlo unos instantes, escribir sobre él y empezar otro. Anotar todas las sugerencias. Leer en otro idioma (se aprende mucho leyendo en inglés). Descubrir palabras nuevas. Doblar las esquinas de las hojas cuando un párrafo me gusta. Anotar citas memorables. Enamorarme de los personajes y sufrir al saber que no son reales. Buscar los libros que inspiran películas y leérmelos, para saber cómo era la historia que concibió el autor. Llorar con los finales tristes. Llorar con los felices. Llorar cuando alguien muere como si le conocieras de siempre. Comprar un libro y, antes de empezarlo, olerlo. Dejarles poblar las estanterías. Releerlos. Quererlos. Volver a ser feliz leyendo.

En seis meses de 2013 he leído más de lo que pensaba que leería, bastante más. Los libros no me han guardado rencor a pesar de mi abandono, me siguen recibiendo con los lomos abiertos, dispuestos a dejar que me sumerja en ellos. Se dejan querer. Y yo se lo agradezco como mejor sé: devorándolos, como antes.



En caso de que haya algún interesado, estos son los 44 libros (contando los leídos hasta finales del 2012) que han ilustrado mi vida universitaria. Son bienvenidas sugerencias, opiniones y pensamientos:
-Los juegos del hambre, de Suzanne Collins.
-En llamas, de Suzanne Collins.
-Sinsajo, de Suzanne Collins.
-Wicked, memorias de una bruja mala, Gregory Maguire.
-Harry Potter y la piedra filosofal (segunda lectura), de J. K. Rowling.
-Harry Potter y la cámara secreta (segunda lectura), de J. K. Rowling.
-Juego de tronos, de George R. R. Martin.
-El retrato de Dorian Grey, de Oscar Wilde.
-Los hombres que no amaban a las mujeres, de Stieg Larsson.
-La chica que soñaba con una caja de cerillas y una bidón de gasolina, de Stieg Larsson.
-¿Hay alguien ahí?, de Marian Keyes.
-Si tú me dices ven, lo dejo todo. Pero dime ven, de Albert Espinosa.
-Todo lo que podíamos haber sido tú y yo si no fuésemos tú y yo, de Albert Espinosa.
-Paraíso deshabitado, de Ana María Matute.
-El juego del ángel, de Carlos Ruiz Zafón.
-El prisionero del cielo, de Carlos Ruiz Zafón.
-PD: te quiero, de Cecelia Ahern.
-Donde termina el arco iris, de Cecelia Ahern.
-Si pudieras verme ahora, de Cecelia Ahern.
-Crepúsculo, de Stephenie Meyer.
-Luna nueva, de Stephenie Meyer.
-Eclipse, de Stephenie Meyer.
-Amanecer, de Stephenie Meyer.
-Vince y Joy... y las trampas del destino, de Lisa Jewell.
-A tres metros sobre el cielo, de Federico Moccia
-Tengo ganas de ti, de Federico Moccia.
-Perdona si te llamo amor, de Federico Moccia.
-Perdona, pero quiero casarme contigo, de Federico Moccia.
-Dos velas para el diablo, de Laura Gallego García.
-El código Da Vinci, de Dan Brown.
-El anillo, la herencia del último templario, de Jorge Molist.
-El niño con el pijama de rayas, de John Boyne.
-La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca.
-Muerto hasta el anochecer, de Charlaine Harris.
-La nieta del señor Linh, de Philippe Claudel.
-Sexo en Nueva York, de Candance Bushnell.
-Cordeluna, de Elia Barceló.
-Historias de medianoche, varios autores.
-La cenicienta que no quería comer perdices, de Nunila López Salamero y Myriam Cameros Sierra.
-La melancólica muerte del chico ostra, de Tim Burton.
-El principito, de Antoine se Saint- Exupéry.
-Peter Pan, de James M. Barrie.
-Por los pelos, de Marian Keyes.
-Beastly, de Alex Flinn.

jueves, 6 de junio de 2013

Era tan metódica, necesitaba llevar tanto control de lo que hacía, que hasta se hizo un horario con las cosas con las que debía soñar cada noche.

Y siempre lo cumplía.

viernes, 17 de mayo de 2013

Para cuando llegue la tormenta

Lo mejor de los días de lluvia es que nadie te dice nada si eliges quedarte en casa. Puedes subir las persianas, abrir las cortinas y hacerlo todo con la lluvia de fondo.
Si tienes suerte, se puede formar una tormenta gigante, de las que oscurece el cielo y llena el aire de truenos y humedad. Así, lo único que apetece es coger una postura adecuada (adecuada a la situación, no a los cánones de tu madre de "espalda recta, pecho fuera"), echar mano de una manta (si la temperatura lo requiere), ponerse un pijama cómodo y viejo (esto último es opcional), y disfrutar.
Se puede disfrutar con un buen libro, que nos mantenga atentos a cada párrafo, con una película de amor de las que nos hacen abrazar el cojín (importante, puede que necesitemos un cojín tamaño abrazo) o con una una serie de esas que nos hacen reír y llorar al mismo tiempo (es importante tener en cuenta que los días de lluvia la lágrima asoma más fácilmente, pero esto no tiene por qué ser malo). 
Lo importante, elijamos lo que elijamos, es relajase y desahogarse, que el cuerpo descanse. Y, si buscas un plus de confort, prueba a acompañarlo todo de una taza caliente de té, el que más te guste. Es importante que sea una taza y no un vaso porque, por un lado, evitarás quemarte y, por otro, porque pocas cosas producen una placentera sensación de hogar y calor como la que produce la imagen de una bonita y humeante taza.

Oyes llover, apagas las luces, subes la manta. Ya está aquí la tormenta.

lunes, 4 de marzo de 2013

Bollos

-Por favor,- suplicaba Natalia- por favor, dime que no te enrollaste con él.
La joven daba vueltas por el salón mientras su compañera, aun en pijama y sin peinar, buscaba un plato y algo que comer.
-Es gracioso, porque hay muy pocas cosas en mi mente de anoche, pero esa es una de las que sí que recuerdo.
-¡Dios, Ele, dios! ¿Por qué? ¿Por qué de todas las personas que había en la fiesta tuviste que irte con él?
-Ay, hija, yo qué sé. – dijo mientras llenaba un plato con tostadas. – Pues porque surgió así. ¿Y a ti qué más te da? No es que vayan a despedirte por eso.
Natalia puso los ojos en blanco y hundió la cara en un cojín.
-¡Pues claro que sí! Es el tío al que mi jefa le tiene echado el ojo desde hace un mes, le lleva a todas las fiestas, se lo trabaja, y yo te invito como acompañante una noche y le jodes todo el plan. Dios, estoy en la calle.
-Eres una exagerada, -dijo mordiendo una galleta.
-¿Os vio alguien?
Echó unas tortitas al plato y algo de chocolate.
-Sinceramente, mi nivel de consciencia no me da para recordar los detalles, pregúntaselo a él.
-Me desespera tu pasotismo matinal. Por cierto, si la resaca hace que te comas todo eso, engordarás 8 kilos.
-Mujer, no es sólo para mí.
-Yo ya he desayunado.
-Ya lo sé. Ty, ¿una galleta?
Nat se dio la vuelta y se encontró una figura masculina caminando por el pasillo. Una figura masculina no demasiado vestida, dicho sea de paso.
-Buenos días, -dijo levantando una mano hacia el sofá.
-Vamos a ver, vamos a ver, vamos a ver. – La voz de Natalia expresaba su pánico.- ¿Me estás diciendo que no sólo te enrollaste con este tío si no que te lo trajiste a casa? ¿Cómo cojones quieres que justifique ante mi jefa que pasó la noche aquí?
Elena estaba demasiado ocupada eligiendo unos bollos como para contestar. Le apetecía mucho alguno relleno de chocolate o de crema.
-No creo que pase nada-dijo él besándole la frente y agarrando un tortita, - por lo del falso rumor y todo eso.
Natalia y Ele se miraron sin entender nada.
-¿No lo sabéis? –Ambas negaron con la cabeza. Bueno, Nat negó. Ele hizo un gesto extraño ya que la resaca no le permitía moverse más sin ver las estrellas.- Miranda cree que estáis liadas. De hecho yo también lo creí al principio de la noche. A ver si te crees que habría podido invitarte a una copa detrás de otra si ella no hubiese creído que eras inofensiva.
Ele asintió y levantó las cejas, como si todo le pareciera lógico, pero Nat se puso de pie de golpe.
-¿Lesbiana? ¿Por qué? Quiero decir… que no es que me ofenda, pero… ¿Por qué cree que soy lesbiana?
-Posiblemente sea por el pelo -dijo Ele hurgando en unos cereales. Ty asintió con la cabeza para expresar conformidad.
-Iros los dos a la mierda.
-¡Pero Nat, no te pongas así! ¡Si es mucho mejor! Ahora podemos decir que Ty estaba muy borracho, y que yo también, y que como no querías dejarle solo nos trajiste a los dos a casa y él ha dormido en el sofá. Porque supongo que si somos pareja no tiene sentido que tengamos una segunda habitación, ¿no?
-Bueno, -dijo Ty sin dejar de comer- en realidad aquí es bastante frecuente, sobre todo si vuestras familias son de fuera. Así podrían quedarse aquí cuando vengan a veros.
Ella levantó una cuchara antes de hundirla en un cuenco de cereales.
-Eres un chico listo. Me gusta esa teoría. Nat, ¿a ti que te parece?
-Me parece que me vuestra cháchara va a hacer que me estalle la cabeza.
Y, dicho eso, salió dela habitación y se encerró en su cuarto. Ele mojó una galleta en el té.
-Madre mía, y luego dice que tiene buen humor al despertarse.
-Dicen que las lesbianas son muy temperamentales, -dijo Ty mientras bañaba unas tortitas en chocolate.
-Eso va a ser.