martes, 30 de junio de 2009

4 de Mayo

Hay veces que no entiendo al género humano. Que realmente me cuesta comprender qué lleva a las personas a cometer ciertos actos. ¿Por qué hay gente adicta al sufrimiento ajeno? ¿Cómo se puede vivir sabiendo que hay alguien herido por tu culpa, que, a lo mejor, no duerme o no come? ¿Qué tienen en la cabeza esas personas?

Hoy ha sido un día raro. Y no en el mejor sentido de la palabra. Hoy he comprobado hasta donde llega la ceguera, el egoísmo, el egocentrismo y la maldad. La maldad de una persona que ha perdido el norte, una persona cegada por el odio, por la ira, por no aceptar lo que hay, y no querer reconocer que si está donde está es porque él se lo ha buscado.
Sé quien eres, sé lo que haces y realmente me da igual cualquier cosa que puedas o quieras decirme. Yo SOY FÉLIZ, y los de mi alrededor también. Y éso, querido mío, es algo que no vas a poder cambiar ni con mentiras ni con comentarios hirientes o malintencionados.
Vive y deja vivir.

lunes, 22 de junio de 2009

El problema de Claudia

Claudia tiene un problema. Un problema de difícil solución, y que no sería un problema si no se lo planteara como tal, pero no puede evitarlo.
Claudia es de esa clase de personas que se enamora a la primera. No necesita una cena con velas, ni mil detalles románticos. Ni siquiera necesita que intenten conquistarla. Para ella el amor es blanco o negro. No conoce grados, ni fases, ni le suena el estar “empezando a sentir algo”. Claudia se enamora cuando la hacen reír. Cuando la miran con cariño. Y no se enamora de cualquier forma. Claudia se obsesiona, se le nubla el pensamiento y dedica las horas a pensar en esa persona. Da igual que le haya visto dos veces o treinta. Si ya se ha colgado, es tarde para intentar evitarlo.
A veces, la mayoría de ellas, el estado es sólo pasajero. Cuando el contacto no es muy frecuente, Claudia se olvida de su objetivo actual y se fija otro nuevo. Pero, cuando la persona siempre está presente, Claudia sabe que no tiene escapatoria, que sufrirá y se enamorará perdidamente, que perderá el norte y que hará un millón y medio de tonterías, estará horas con la mirada perdida y contestará muchísimos “nadas” cuando le pregunten qué le pasa.
Pero, al fin y al cabo, esa es Claudia. Una boba enamoradiza. Y la verdad, viendo como está el mundo, su mayor problema tampoco es tan grave. Es, más bien, preocupante.

domingo, 14 de junio de 2009

Pros y contras

-He hecho una lista de pros y contras para ver si me cambio o no de turno.
-Espero estar en ella.
-Por supuesto. Estás aquí, en los pros: si me cambio de turno dejaré de ver a Carlos todos los días.
-Ah, ya veo. ¿Asi que si te quedas por la mañana verme es más bien un problema?
-Y de los grandes.

sábado, 13 de junio de 2009

Nuevo blog

Hoy no hay un relato corto, sino muchos.
Os dejo el enlace de un nuevo blog, en el que participaré de vez en cuando. En él, cualquiera puede publicar relatos cortos.Si quereis colaborar decidlo y os mandarán una invitación.
Dejo el enlace permanente en el lateral, donde podreis ver las ultimas novedades y relatos. Ya me direis que os parece.

lunes, 8 de junio de 2009

Secretos

Todos tenemos secretos. Secretos grandes, secretos pequeños, secretos privados y secretos a voces. Todos sabemos secretos demasiado importantes para contarlos, pero demasiado jugosos para callarlos.
¿Cuánto viven los secretos? Porque, antes o después, todos mueren. Pasan de ser confesiones privadas a tema de conversación público. Y, cuanto mayor es su importancia, antes caducan.

“Yo te guardo el secreto”.
“No se lo diremos a nadie”.
Mentira. Al final todo se sabe, al final la verdad siempre sale a la luz. Alguien se va de la lengua y da lugar a una pequeña pelotita que se convertirá en una gran bola de nieve, de esas que lo arrasan todo a su paso.

Andad con cuidado. No os escudéis en secretos ni viváis en la mentira, por pequeña e inofensiva que os parezca. Porque lo peor de los secretos son los daños colaterales.

jueves, 4 de junio de 2009

Una de esas noches

Leo se apoyó en la barra, cansada de tanto esperar. Increíble, aquella noche era invisible hasta para el camarero. A este paso iba a tener que subirse a la barra y bailar algo para que la hicieran caso…
O tal vez no.
De pronto, una mano se posó en su cintura. Pero ella no se asustó. Llevaba toda la noche esperándolo. Y, en vez de darse la vuelta y mirarle, se quedó inmóvil para que él tuviera que acercarse.
-¿Qué tomas?
-Nada especial. Sólo quería una cerveza.
-Que sean 2, invito yo.
-Pues gracias. Y suerte, igual a ti te ve en camarero.
Mario se acercó a la barra, pero su mano seguía en la cintura de Leo.
-¿Te molesta?

"¿Molestarme?" Pensó ella. "Estoy casi en el cielo…"

-No, no, no. Tranquilo.
-Es por si te caes. En fin, ya conozco esa costumbre tuya de acabar por los suelos junto a las barras de los bares…
-Dios mío, matas un perro y te llaman mataperros.
-¡Ja ja ja!- Leo se perdió en su sonrisa, no podía creer que, por fin, estuviera pasando.- Tranquila, que hoy estoy yo aquí.
-Ya, ¿y?
-Si veo intentos arrojadizos, te agarraré con fuerzas.
-Se mantenerme de pie solita, no te creas.

Mario la miraba desde la picardía de sus ojos verdes. Y ella sabía que estaba a punto de pasar, se notaba. Hubiera jurado que, si alguien estuviera mirando, estaría esperando un beso, igual que lo esperaba ella. O no tanto, porque ella sabía que quería besarle desde que le conoció, hacia ya… ¿Cuánto era? No lo sabía. No se acordaba. Y, en realidad, no le importaba. El tiempo esperado iba a dar igual cuando se besaran. Porque se iban a besar, ¿no?

-Ahí están las cervezas. Ay, rubia, si es que hay que tener un poco de paciencia para que te atiendan como es debido.

Mierda. Mierda mierda mierda. El momento se había roto. Ya está. No podría volver a lograrlo, no podría volver a crear el ambiente perfecto. Maldito camarero, siempre inoportuno. Miró en dirección opuesta a la barra para no verle, y, entonces…ella. No podía ser. Al moverse él para coger las cervezas, Leo pudo ver unos ojos, al fondo, que la miraban con asco. Y con rabia. Pero, sobre todo, con celos.
Y entonces lo entendió. Era demasiado bonito para ser cierto. ¿Por qué alguien como él se iba a acercar a ella y a invitarla a una copa, cuando diariamente casi ni se hablaban? Era una simple cuestión estratégica. Era sólo un comodín, el puente hacia la reconciliación con esa bruja que la miraba desde el fondo, a punto de estallar en llamas.
Hay noches que una debería quedarse en casa.

-Aquí tienes la tuya. Chin chin.
-Ya, si. Te la puedes quedar.- Leo apartó la mano de Mario de su cintura e intentó abrirse paso entre la multitud.
-¿Qué pasa?
-¿Qué te crees? ¿Que soy idiota? La he visto, no estoy ciega. Te has acercado a mí y me has usado como excusa para darle celos.

Salió disparada, pero él la agarró por el brazo.

-En realidad, he usado los celos contra ella como excusa para acercarme a ti. Son cosas totalmente opuestas.

Hay noches que una debería quedarse en casa.
Pero, desde luego, esta no era una de esas noches.