La joven daba vueltas por el salón mientras su compañera,
aun en pijama y sin peinar, buscaba un plato y algo que comer.
-Es gracioso, porque hay muy pocas cosas en mi mente de anoche,
pero esa es una de las que sí que recuerdo.
-¡Dios, Ele, dios! ¿Por qué? ¿Por qué de todas las personas
que había en la fiesta tuviste que irte con él?
-Ay, hija, yo qué sé. – dijo mientras llenaba un plato con
tostadas. – Pues porque surgió así. ¿Y a ti qué más te da? No es que vayan a
despedirte por eso.
Natalia puso los ojos en blanco y hundió la cara en un
cojín.
-¡Pues claro que sí! Es el tío al que mi jefa le tiene
echado el ojo desde hace un mes, le lleva a todas las fiestas, se lo trabaja, y
yo te invito como acompañante una noche y le jodes todo el plan. Dios, estoy en
la calle.
-Eres una exagerada, -dijo mordiendo una galleta.
-¿Os vio alguien?
Echó unas tortitas al plato y algo de chocolate.
-Sinceramente, mi nivel de consciencia no me da para
recordar los detalles, pregúntaselo a él.
-Me desespera tu pasotismo matinal. Por cierto, si la resaca
hace que te comas todo eso, engordarás 8 kilos.
-Mujer, no es sólo para mí.
-Yo ya he desayunado.
-Ya lo sé. Ty, ¿una galleta?
Nat se dio la vuelta y se encontró una figura masculina
caminando por el pasillo. Una figura masculina no demasiado vestida, dicho sea
de paso.
-Buenos días, -dijo levantando una mano hacia el sofá.
-Vamos a ver, vamos a ver, vamos a ver. – La voz de Natalia
expresaba su pánico.- ¿Me estás diciendo que no sólo te enrollaste con este tío
si no que te lo trajiste a casa? ¿Cómo cojones quieres que justifique ante mi
jefa que pasó la noche aquí?
Elena estaba demasiado ocupada eligiendo unos bollos como
para contestar. Le apetecía mucho alguno relleno de chocolate o de crema.
-No creo que pase nada-dijo él besándole la frente y agarrando
un tortita, - por lo del falso rumor y todo eso.
Natalia y Ele se miraron sin entender nada.
-¿No lo sabéis? –Ambas negaron con la cabeza. Bueno, Nat
negó. Ele hizo un gesto extraño ya que la resaca no le permitía moverse más sin
ver las estrellas.- Miranda cree que estáis liadas. De hecho yo también lo creí al principio de
la noche. A ver si te crees que habría podido invitarte a una copa detrás de
otra si ella no hubiese creído que eras inofensiva.
Ele asintió y levantó las cejas, como si todo le pareciera
lógico, pero Nat se puso de pie de golpe.
-¿Lesbiana? ¿Por qué? Quiero decir… que no es que me ofenda,
pero… ¿Por qué cree que soy lesbiana?
-Posiblemente sea por el pelo -dijo Ele hurgando en unos
cereales. Ty asintió con la cabeza para expresar conformidad.
-Iros los dos a la mierda.
-¡Pero Nat, no te pongas así! ¡Si es mucho mejor! Ahora
podemos decir que Ty estaba muy borracho, y que yo también, y que como no
querías dejarle solo nos trajiste a los dos a casa y él ha dormido en el sofá.
Porque supongo que si somos pareja no tiene sentido que tengamos una segunda
habitación, ¿no?
-Bueno, -dijo Ty sin dejar de comer- en realidad aquí es
bastante frecuente, sobre todo si vuestras familias son de fuera. Así podrían
quedarse aquí cuando vengan a veros.
Ella levantó una cuchara antes de hundirla en un cuenco de
cereales.
-Eres un chico listo. Me gusta esa teoría. Nat, ¿a ti que te
parece?
-Me parece que me vuestra cháchara va a hacer que me estalle
la cabeza.
Y, dicho eso, salió dela habitación y se encerró en su
cuarto. Ele mojó una galleta en el té.
-Madre mía, y luego dice que tiene buen humor al
despertarse.
-Dicen que las lesbianas son muy temperamentales, -dijo Ty
mientras bañaba unas tortitas en chocolate.
-Eso va a ser.