lunes, 4 de marzo de 2013

Bollos

-Por favor,- suplicaba Natalia- por favor, dime que no te enrollaste con él.
La joven daba vueltas por el salón mientras su compañera, aun en pijama y sin peinar, buscaba un plato y algo que comer.
-Es gracioso, porque hay muy pocas cosas en mi mente de anoche, pero esa es una de las que sí que recuerdo.
-¡Dios, Ele, dios! ¿Por qué? ¿Por qué de todas las personas que había en la fiesta tuviste que irte con él?
-Ay, hija, yo qué sé. – dijo mientras llenaba un plato con tostadas. – Pues porque surgió así. ¿Y a ti qué más te da? No es que vayan a despedirte por eso.
Natalia puso los ojos en blanco y hundió la cara en un cojín.
-¡Pues claro que sí! Es el tío al que mi jefa le tiene echado el ojo desde hace un mes, le lleva a todas las fiestas, se lo trabaja, y yo te invito como acompañante una noche y le jodes todo el plan. Dios, estoy en la calle.
-Eres una exagerada, -dijo mordiendo una galleta.
-¿Os vio alguien?
Echó unas tortitas al plato y algo de chocolate.
-Sinceramente, mi nivel de consciencia no me da para recordar los detalles, pregúntaselo a él.
-Me desespera tu pasotismo matinal. Por cierto, si la resaca hace que te comas todo eso, engordarás 8 kilos.
-Mujer, no es sólo para mí.
-Yo ya he desayunado.
-Ya lo sé. Ty, ¿una galleta?
Nat se dio la vuelta y se encontró una figura masculina caminando por el pasillo. Una figura masculina no demasiado vestida, dicho sea de paso.
-Buenos días, -dijo levantando una mano hacia el sofá.
-Vamos a ver, vamos a ver, vamos a ver. – La voz de Natalia expresaba su pánico.- ¿Me estás diciendo que no sólo te enrollaste con este tío si no que te lo trajiste a casa? ¿Cómo cojones quieres que justifique ante mi jefa que pasó la noche aquí?
Elena estaba demasiado ocupada eligiendo unos bollos como para contestar. Le apetecía mucho alguno relleno de chocolate o de crema.
-No creo que pase nada-dijo él besándole la frente y agarrando un tortita, - por lo del falso rumor y todo eso.
Natalia y Ele se miraron sin entender nada.
-¿No lo sabéis? –Ambas negaron con la cabeza. Bueno, Nat negó. Ele hizo un gesto extraño ya que la resaca no le permitía moverse más sin ver las estrellas.- Miranda cree que estáis liadas. De hecho yo también lo creí al principio de la noche. A ver si te crees que habría podido invitarte a una copa detrás de otra si ella no hubiese creído que eras inofensiva.
Ele asintió y levantó las cejas, como si todo le pareciera lógico, pero Nat se puso de pie de golpe.
-¿Lesbiana? ¿Por qué? Quiero decir… que no es que me ofenda, pero… ¿Por qué cree que soy lesbiana?
-Posiblemente sea por el pelo -dijo Ele hurgando en unos cereales. Ty asintió con la cabeza para expresar conformidad.
-Iros los dos a la mierda.
-¡Pero Nat, no te pongas así! ¡Si es mucho mejor! Ahora podemos decir que Ty estaba muy borracho, y que yo también, y que como no querías dejarle solo nos trajiste a los dos a casa y él ha dormido en el sofá. Porque supongo que si somos pareja no tiene sentido que tengamos una segunda habitación, ¿no?
-Bueno, -dijo Ty sin dejar de comer- en realidad aquí es bastante frecuente, sobre todo si vuestras familias son de fuera. Así podrían quedarse aquí cuando vengan a veros.
Ella levantó una cuchara antes de hundirla en un cuenco de cereales.
-Eres un chico listo. Me gusta esa teoría. Nat, ¿a ti que te parece?
-Me parece que me vuestra cháchara va a hacer que me estalle la cabeza.
Y, dicho eso, salió dela habitación y se encerró en su cuarto. Ele mojó una galleta en el té.
-Madre mía, y luego dice que tiene buen humor al despertarse.
-Dicen que las lesbianas son muy temperamentales, -dijo Ty mientras bañaba unas tortitas en chocolate.
-Eso va a ser.