jueves, 26 de agosto de 2010

Para regalo

-Lo digo en serio, ese hombre me ha robado el corazón.
-Por favor, Diana, no seas hipócrita, si prácticamente lo envolviste para regalo nada más conocerle.
-Pero ¿qué dices?
-Lo que digo. Sólo te faltó ponerle un lazo rojo.

lunes, 2 de agosto de 2010

La chica del cumpleaños

-¡Dios mío, tengo el pelo hecho un asco! –Se queja Daniela frente al espejo del baño. -¿Llevo toda la noche con estas pintas?
Sonia le contesta sin dejar de hacerse la raya del ojo.
-Tampoco se nota tanto. Mójalo un poquito y conseguirás algo decente.
La música del local llega de fondo al baño, con lo que allí se puede hablar con relativa tranquilidad, sin necesidad de recurrir a los gritos.
-En fin, ¿has visto a Bruno? ¡Y dijiste que no vendría! ¡Ese chico besa el suelo que pisas! Además, no me puedes negar que está increíblemente guapo. ¿Crees que esta noche… puede pasar algo?
-No sé yo qué decirte.
-Yo si. Además, ¡eres la chica del cumpleaños! No puede negarse.
Sonia sonríe mientras se mira en el espejo. Aunque enseguida tuerce el gesto y mira a Daniela.
-Lleva toda la noche ignorándome. Pensé que era para hacerse el interesante y el tipo duro, pero ya no estoy tan convencida de que sea una pose.
-¿A qué te refieres?
Sonia siguió hablando mientras buscaba un esquivo pintalabios en su pequeño bolso.
-No ha venido solo. Y no me refiero a la panda de amigos idiotas que le siguen a todos lados, sino a que ha venido con dos chicas, a las que no conozco de nada, para repasarme por la cara que hay mas gente.- Encontró lo que buscaba y empezó a teñirse los labios de rojo. -Es patético.
-Las he visto, pero no hay nada con ninguna de ella, seguro. Está claro que intenta hacer como que ha pasado página, pero es imposible. Yo le vi al mes de que le dejaras y estaba hundido. Si está aquí es porque quiere verte, eso no lo dudes.- Mientras hablaba, Daniela se humedecía los rizos, sin demasiado éxito.- Además, ¿te has fijado bien en esas chicas? No te llegan ni a la suela del zapato. Bueno, a la del tacón.
Sonia soltó una carcajada.
-Lo sé. Además, tú lo has dicho: es mi cumpleaños, así que se hará lo que yo diga.
-¿Me dejas el pintalabios? A ver si así eclipsamos un poco lo de mi pelo…
Mientras Daniela se pinta y Sonia se ahueca el peinado, una chica de vestido azul sale de uno de los baños. Se acerca a ellas despacio y, mientras se lava las manos, las mira por el espejo y sonríe inocentemente. Sonia, que se da cuenta, se da la vuelta y la mira.
-¿Tienes algún problema?
-Eres Sonia, ¿no? La chica del cumpleaños.
-Si. ¿Y tú eres…?
-Perdona, no nos han presentado. –Contesta la chica de azul mientras se seca las manos con una toallita de papel- Soy Paula, una de las amigas de Bruno que no te llega ni a la suela del zapato. Perdón, del tacón. Si hemos venido es porque ofreces barra libre y porque Bruno quería demostrarnos que lo había superado. Ahora que hemos bebido y que él ya ha dejado claro que te ignora con mucho estilo, creo que podemos irnos. Ha sido un placer.
Dicho esto, Paula se gira y, a trompicones por la cantidad de chicas que hay, intenta salir del baño. Sonia está roja, pero no de vergüenza, sino de rabia. Querría gritar, saltar, patalear, y agarrar de los pelos a la tal Paula que, de pronto, se para y se gira antes de salir.
-Por cierto, feliz cumpleaños. Seguro que disfrutas mucho de la fiesta, porque, ya sabes, a la chica del cumpleaños no se le puede negar nada.
Y se aleja con una sonrisa y una satisfacción plena. Lleva 4 meses oyendo hablar de Sonia y viendo a Bruno sufrir por ella. Pero esta noche no. Esta noche es el principio de una nueva etapa. Y en ella no hay sitio para la chica del cumpleaños.