martes, 25 de junio de 2013

Devoralibros

Una de las cosas que más me gustaba hacer de pequeña era leer. Lo leía todo. Leía libros, revistas, folletos, los letreros de la calle... Incluso antes de saber leer, me sentaba con un libro y fingía que le contaba cuentos a mi madre. Jamás tuve una sola falta de ortografía porque leía mucho, y me gustan las cosas bien acentuadas, con sus puntos y sus comas, porque sé lo diferente que pueden ser dos frases dependiendo de cómo estén puntuadas. Aprendí a leer y aprendí leyendo.

Y luego no sé qué pasó, que el número de libros que leía al año descendió en picado. Bueno, sí lo sé. Pasó que en el colegio nos obligaban a leer, en secundaria y bachillerato, unos libros concretos. Que yo entiendo que es importante tener cultura literaria, pero leer por obligación era algo que hasta yo, amante de los libros, odiaba. Es verdad que gracias a mi profesora de Literatura (en mayúscula, porque hay cosas que siempre deberían ir en mayúsculas) descubrí joyas que jamás me habría leído de no ser porque era "obligatorio", como fue el caso de "No digas que fue un sueño", de Terenci Moix, pero entiendo que a muchos de mis compañeros se les hiciera largo y aburrido (el principio es largo y aburrido, pero, al mismo tiempo, es fascinante). Leer por obligación no me gustaba, y si leía otra cosa me sentía culpable. Así que no leía. Abandoné mi hábito preferido. Bueno, no lo abandoné, seguí devorando literatura juvenil, y lloré mucho mucho con los tres últimos libros de Harry Potter, ambos tres de la primera edición, pero podía haber leído mucho más de lo que leí. Muchísimo más.

Pensaba que, una vez que llegué a la universidad y recuperé todo ese tiempo, también recuperé el hábito de leer. Me presenté a tanta gente como alguien a quien le gustaban los libros, que yo misma recuperé la ilusión por leer. Y no ha sido hasta esta semana que me he dado cuenta de que es mentira. 
A principios de año quise hacer una lista de todo lo que había leído y visto en 2012, y me dí cuenta de que no había leído ni 10 libros. menos de un libro al mes. Mucho menos si tenemos en cuenta que dos de esos libros eran Peter pan (la versión original de J. M. Barrie) y El principito (que se lee en una tarde). ¿Qué me había pasado? ¿Cómo podía ser que yo, lectora sagaz, devoradora de historias, no hubiese leído casi nada en un año? Hace dos días me acordé y quise demostrarme a mi misma que era cosa de un año, pero que el resto de mi vida universitaria había sido mucho más rica, literariamente hablando. Pues resulta que no. He hecho la lista de los libros que he leído en cinco años de carrera, y no llegan a cuarenta. Cuarenta libros, aproximadamente un libro cada mes y medio. Una estadística horrible teniendo en cuenta que los tres meses de verano los paso leyendo y tomando el sol. Me pregunto ¿en qué he invertido esos cinco años? ¿Por qué no invertí la hora de ida a la universidad, y su consiguiente hora de vuelta, en leer un poquito cada día? Porqués, porqués y más porqués.
Como ya nada podía hacer por ese 2012 que se acababa, ni mucho menos por los cinco años anteriores, me puse como meta leer mucho en 2013. Invertir mejor mi tiempo. Acabar todos los libros que tenía a medias (que son muchos). Volver a disfrutar leyendo. Recuperar esa insana costumbre de quedarte leyendo hasta las tres de la mañana porque no puedes dejarlo. acabar un libro, reposarlo unos instantes, escribir sobre él y empezar otro. Anotar todas las sugerencias. Leer en otro idioma (se aprende mucho leyendo en inglés). Descubrir palabras nuevas. Doblar las esquinas de las hojas cuando un párrafo me gusta. Anotar citas memorables. Enamorarme de los personajes y sufrir al saber que no son reales. Buscar los libros que inspiran películas y leérmelos, para saber cómo era la historia que concibió el autor. Llorar con los finales tristes. Llorar con los felices. Llorar cuando alguien muere como si le conocieras de siempre. Comprar un libro y, antes de empezarlo, olerlo. Dejarles poblar las estanterías. Releerlos. Quererlos. Volver a ser feliz leyendo.

En seis meses de 2013 he leído más de lo que pensaba que leería, bastante más. Los libros no me han guardado rencor a pesar de mi abandono, me siguen recibiendo con los lomos abiertos, dispuestos a dejar que me sumerja en ellos. Se dejan querer. Y yo se lo agradezco como mejor sé: devorándolos, como antes.



En caso de que haya algún interesado, estos son los 44 libros (contando los leídos hasta finales del 2012) que han ilustrado mi vida universitaria. Son bienvenidas sugerencias, opiniones y pensamientos:
-Los juegos del hambre, de Suzanne Collins.
-En llamas, de Suzanne Collins.
-Sinsajo, de Suzanne Collins.
-Wicked, memorias de una bruja mala, Gregory Maguire.
-Harry Potter y la piedra filosofal (segunda lectura), de J. K. Rowling.
-Harry Potter y la cámara secreta (segunda lectura), de J. K. Rowling.
-Juego de tronos, de George R. R. Martin.
-El retrato de Dorian Grey, de Oscar Wilde.
-Los hombres que no amaban a las mujeres, de Stieg Larsson.
-La chica que soñaba con una caja de cerillas y una bidón de gasolina, de Stieg Larsson.
-¿Hay alguien ahí?, de Marian Keyes.
-Si tú me dices ven, lo dejo todo. Pero dime ven, de Albert Espinosa.
-Todo lo que podíamos haber sido tú y yo si no fuésemos tú y yo, de Albert Espinosa.
-Paraíso deshabitado, de Ana María Matute.
-El juego del ángel, de Carlos Ruiz Zafón.
-El prisionero del cielo, de Carlos Ruiz Zafón.
-PD: te quiero, de Cecelia Ahern.
-Donde termina el arco iris, de Cecelia Ahern.
-Si pudieras verme ahora, de Cecelia Ahern.
-Crepúsculo, de Stephenie Meyer.
-Luna nueva, de Stephenie Meyer.
-Eclipse, de Stephenie Meyer.
-Amanecer, de Stephenie Meyer.
-Vince y Joy... y las trampas del destino, de Lisa Jewell.
-A tres metros sobre el cielo, de Federico Moccia
-Tengo ganas de ti, de Federico Moccia.
-Perdona si te llamo amor, de Federico Moccia.
-Perdona, pero quiero casarme contigo, de Federico Moccia.
-Dos velas para el diablo, de Laura Gallego García.
-El código Da Vinci, de Dan Brown.
-El anillo, la herencia del último templario, de Jorge Molist.
-El niño con el pijama de rayas, de John Boyne.
-La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca.
-Muerto hasta el anochecer, de Charlaine Harris.
-La nieta del señor Linh, de Philippe Claudel.
-Sexo en Nueva York, de Candance Bushnell.
-Cordeluna, de Elia Barceló.
-Historias de medianoche, varios autores.
-La cenicienta que no quería comer perdices, de Nunila López Salamero y Myriam Cameros Sierra.
-La melancólica muerte del chico ostra, de Tim Burton.
-El principito, de Antoine se Saint- Exupéry.
-Peter Pan, de James M. Barrie.
-Por los pelos, de Marian Keyes.
-Beastly, de Alex Flinn.

2 comentarios:

g0min0las dijo...

Tal cual... Desde pequeña hasta ahora, la misma historia que relatas. Y es que también en la carrera me han obligado a leer ciertos libros.

Pensaba que me encantaba como antes; e incluso al empezar bachiller, como tú en la universidad, me presenté a mis compañeros como gran aficionada a la lectura. En ese tiempo me di cuenta de la mentira.

Hace unos meses me propuse recuperar el hábito, pero las circunstancias no han sido las adecuadas. Ahora, gracias a esta entrada, me animo a intentarlo de nuevo. ¡A ver qué tal esta vez!

Hacía tiempo que no pasaba por aquí y qué sorpresa me he llevado al ver las últimas actualizaciones. Siempre es agradable leerte.

¡Feliz verano! Un beso.

g0min0las dijo...

Por cierto, me atraen los títulos de Albert Espinosa... ¿Qué tal son?