martes, 5 de agosto de 2014

Leche con recuerdos

Anoche me calenté un vaso de leche y le eché Cola  cao. Mucho. Tal vez demasiado, porque no me sabía a Cola cao. Sabía a tu casa. Sabía a cuando me hacía uno antes de acostarme o para sentarme contigo en el sofá y ver una peli de esas que te sacabas de la manga en un intento de aumentar mi cultura cinematográfica (parte de la cual te debo).
Me supo a cuando me hacías cosquillas en los pies bajo la manta y yo acababa dándote una patada, involuntaria algunas veces, o a las peleas absurdas que teníamos las 24 horas al día por cualquier cosa. Quién se duchaba antes. Quién había dejado algo sin fregar. A quién le tocaba cocinar. La hora a la que habíamos quedado. Discutir era la base de nuestra relación, y lo echo de menos.
Y de verdad que jamás pensé que echaría de menos nada tuyo, pero aquí estoy, calentándome otro vaso de leche, a ver si este vuelve a saber a ti, para cerrar los ojos y volver a tu sofá durante algunos tragos.

viernes, 3 de enero de 2014

La última partida

Fue como una bomba. Como un golpe seco y conciso con un martillo. Una patada en lo más hondo de mi estómago. Un pinchazo, un calambre y un pellizco, todo a la vez. Como una bola de demolición contra mi muro de irrealidad. Alguien dijo algo y, de pronto, la idea apareció en mi mente.
Jamás volveré a jugar a las cartas contigo.

Nunca pensé que ocho palabras pudieran doler tanto.

martes, 31 de diciembre de 2013

Libros devorados en 2013

Hace unos meses, publiqué una entrada sobre lo poco que había leído estos años, y como había transformado esta falta de literatura en un sencillo propósito de año nuevo: leer más.
Se dice que los propósitos se cumplen un mes y luego se olvidan, pero yo este año puedo estar muy orgullosa, porque me he leído nada más y nada menos que 26 libros (excluyendo cómics y demás, que alguno ha caído también), más de la mitad de lo que he leído en los últimos cinco años. Algunos los he devorado, sin apenas respirar. Otros me los he tomado con calma, reposando cada página, a veces tomándome meses para leerlos. Otros los he dejado a medias, peor los acabaré, porque creo que para leer ciertos libros hay que estar en el momento correcto de tu vida, y puedo que aún no haya llegado, peor llegará. No creo que haya libros malos, simplemente algunos no encajan con nosotros, como las personas. Algunos de mis libros me han encantado, otros no los recomendaría, y algún otro me ha entretenido aunque no sea ninguna obra maestra de la literatura. Al fin y al cabo para eso se lee: para soñar, distraerse, pensar y crecer. No sólo para aprender.
Lo mejor de alcanzar y superar mi meta (quería alcanzar los 24 libros, una media de dos al mes) no ha sido la satisfacción de ver que si te propones algo puedes cumplirlo, que también, o ser capaz de mantener mis metas, si no el reencontrarme con mi yo lectora, con la persona que acaba un libro y, tal y como lo cierra, ya está abriendo otro. Volver a viajar a otros mundos, beberme las historias, enamorarme de personajes y apuntar citas. Echaba de menos eso, y no era del todo consciente.
Como algunos comentasteis que os había pasado lo mismo, os animo a que este año que empieza saquéis un huequito para leer un poco más. Leer alimenta el alma y la mente, y es la adicción más sana que tendréis en esta vida.


Como ya hice en su momento, esta es la lista de los libros que me he leído, por si alguien quiere recomendaciones. El orden es simplemente cronológico, no responde a nada más. Cualquier pregunta o consulta es bienvenida, así como sugerencias para añadir en 2014. Desde luego, si el año que viene leo al mismo ritmo me voy a plantear abrir un blog de recomendaciones literarias. Hay muchos libros que han llevado a una película, como podréis ver. Disfruto leyendo los libros y viendo los cambios que hay entre una versión y otra. No os engañéis, no siempre el libro es infinitamente mejor, ni una adaptación fiel es siempre la mejor opción. Cuando hay finales distintos puedes elegir cuál te gusta más, y eso es algo que me gusta.
Nota: Los que tienen el título en inglés es que me los he leído en inglés, así que no sé si existen en castellano, aunque posiblemente sí.

-The perks of being a wallflower, de Stephen Chbosky.
-50 sombras de Grey, de E. L. James.
-Harry Potter y el prisionero de Azkaban (segunda lectura), de J. K. Rowling.
-Mejor Manolo, de Elvira Lindo.
-El mundo amarillo, de Albert Espinosa.
-Las cosas que no nos dijimos, de Marc Levy.
-El cuaderno de Noah, de Nicholas Sparks.
-Las crónicas de Narnia: el sobrino del mago, de C. S. Lewis.
-Brújulas que buscan sonrisas perdidas, de Albert Espinosa.
-Los cuentos de Beedle el bardo, de J. K. Rowling.
-Choque de reyes, de George R. R. Martin.
-An abundance of katherines, de John Green.
-El caso de la pistola y el pastel de chocolate, de Ashley Miller y Zack Stentz.
-Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll.
-A través del espejo, de Lewis Carroll.
-Bajo la misma estrella, de John Green.
-Dear John, de Nicholas Sparks.
-Cazadores de sombras: ciudad de hueso, de Cassandra Clare.
-Un mundo feliz, de Aldous Huxley.
-Las crónicas de Narnia: el león, la bruja y el armario, de C. S. Lewis.
-Una vacante imprevista, de J. K. Rowling.
-La ladrona de libros, de Markis Zusak.
-Tormenta de espadas, de George R. R. Martin.
-20 times a lady, de Karyn Bosnak.
-El hobbit, de J. R. R. Tolkien.
-The nanny diaries, de Emma Mclaughlin y Nicola Kraus.


martes, 17 de diciembre de 2013

El cielo giraba en espiral mientras las estrellas caían sobre ellos. Quizás era por la lluvia de meteoritos, o tal vez era sólo el alcohol haciendo de las suyas, pero era todo un espectáculo. El césped estaba húmedo, aunque era algo agradable a esas horas de la madrugada. Había gritos de fondo, y aun así se podía sentir el silencio. Hasta que uno de ellos lo rompió.
-¿Alguna te arrepentiste de lo que pasó? –preguntó sin apartar la vista del cielo. Sus manos casi se tocaban.-  Bueno, más bien de lo que NO pasó.
-¿De aquello? Fue hace… ¿cuánto? ¿Ocho años? –sus ojos estaban cerrados, intentando recordar el momento.
-Más o menos, sí.
Giró la cabeza y sus miradas se encontraron.
-Pues entonces llevo ocho años arrepintiéndome.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Mil y un besos

Qué pena no poder darte un beso. Sólo uno. O tal vez dos. Un beso de buenos días, y otro de buenas noches. Y uno de buenas tardes. Y otro para el desayuno. Para la comida, la merienda y la cena. Uno que te despida cuando te vas a clase, y otro que te reciba cuando vuelves. Un beso cuando te vistes, un beso cuando recoges. Uno para la sobremesa, otro para el café y la siesta de después. Para que estudies por la tarde. Uno cuando te duchas, siete cuando te secas el pelo. Uno para cuando te haces la cena y dos para cuando me sonríes por la pantalla. Uno para cuando te sientas en el sofá, cuando ves una peli, cuando te quedas dormida.
Uno por cada bostezo, cada legaña y cada estiramiento. Dos por cada vez que te retiras el pelo de la cara y tres por cada vez que me haces reír. O seis. O mil.

Mil besos por cómo eres… y uno más, por inspirarme.

viernes, 29 de noviembre de 2013

Respira

Levántate. Haz un gran desayuno. Lee un poco. Haz una colada, dos, tres. Las que hagan falta. Baja a comprar comida. Date una vuelta, pero pensando en cosas que hacer. Ponte música alegre. Limpia la cocina. Pasa una aspiradora. Hazte la comida. Ponte una película. Insustancial, de las que sólo distraen. Duerme un poco. Pon más música. Arréglate. Sal. Intenta sonreír. Hazles creer que estás allí. Cena. Toma unas copas. Sigue sonriendo. Finge que estás bien. Vuelve a casa cansada, para dormirte pronto y, con suerte, no pensar.
Y respira. De cuando en cuando, no te olvides de respirar. Es más importante de lo que parece.
Así un día. Y luego otro. Y otro más. Hasta que deje de doler. Las 24 horas.

Resulta agotador. Mantenerte ocupada para olvidarte de que alguien ya no está en este mundo es horriblemente agotador.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Subconsciente

Estos tres últimos días mi cerebro ha decidido torturarme, y ha elegido el único ámbito en el que no puedo controlarle: los sueños. Cada noche lloro de alegría porque nos encontramos y me echo a tus brazos, nos abrazamos fuerte, como si no nos fuéramos a separar al despertar.
Un día podría soportarlo, pero cada noche el sueño se repite, y cuando abro los ojos me parece más bien una pesadilla, porque la consciencia pierde sentido después de verte de nuevo.
No necesito a un experto para saber lo que significa: que te echo de menos. Que me gustaría seguir despidiéndome en vez de estar aquí, sola, sin ti. Una despedida eterna en la que nunca dijésemos adiós.

Pero la realidad es que no puedo abrazarte, a pesar de ser lo que más quiero en el mundo ahora mismo. Por el momento tengo que seguir adelante, afrontando lo que venga y viviendo mi aventura. Eso sí, ten por seguro que cuando acabe y finalmente nos reunamos, lo sentirás en los pulmones.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Venga a nosotros el caos

Decía un sabio llamado Logan Echolls (y con “sabio” me refiero al personaje de una serie de televisión del que me declaro fan y pretendiente) que nadie escribe canciones sobre los amores fáciles, y es verdad. Yo estaba el triple de inspirada cuando la vida era más difícil y tenía algún problema sentimental. Cuando todo está bien, o cuando simplemente está en calma, las musas huyen.
Quizás haya un poco de egocentrismo en todo esto, ya que si tu vida está en orden te da mas tiempo para centrarte en los demás y en sus problemas, te ofrece tiempo para ayudarles a gestionarlos o para escribir sobre ellos. Sin embargo, lo fácil es escribir sobre el dolor propio, no sobre el ajeno o, si me apuras, el que creamos por simple amor a la ficción. No nos gusta inspirarnos en historias de otros, porque lo que escribimos debe de salir de dentro, porque no sabemos contar otras vidas que no hemos vivido, o nos gustaría vivir, o creemos saber vivir.
Yo creo que antes no era así. Antes no necesitaba un modelo de desamor para sentarme a contar una historia, pero lo cierto es que estoy en blanco desde hace tiempo en lo que a relatos se refiere, y nada podría darme más rabia. Me da la sensación de que todo lo que se me ocurre es aburrido, clásico, recurrente, viejo y/o poco original. Es complicado dar con el nudo para una historia cuando estás en standby emocional, y lo único que eres capaz de crear son historias planas, sin profundidad, y eso desemboca en que se te olvide ligar una palabra con la siguiente y empieces a no saber narrar de forma interesante ni cómo has comprado el pan esa mañana.

Quién lo iba a decir, al final el caos es mucho más útil que el orden. La  vida es más entretenida con cierta chispa de emoción. Como decía Barney Stinson, personaje de otra famosa serie televisiva, “maybe I don't want to be saved the trouble. Maybe I want the trouble.”

lunes, 15 de julio de 2013

La chica en las sombras

Le gustaba pensar en ella misma como en un secreto de Estado. Nadie sabía quién era, nadie conocía sus intenciones. Podía arrasar naciones enteras si se lo proponía, y no dudaría a la hora de apretar el gatillo.
Sería una máquina de matar, certera y silenciosa, eficaz y decidida, y volvería locos a los hombres, porque no hay nada más irresistible que una mujer que sabe lo que quiere. 
No tendría identidad, sería una sombra que se mueve en la noche, sin hacer ruido, sin dejar rastro. Manejando países, personas y empresas sin que nadie lo supiera.
Sería ángel y demonio, luz y oscuridad, crimen y castigo.
Sería todo eso y más.

Pero, de momento, lo que más quería era aprobar el examen de mañana, así que volvió a la Tierra y se concentro en su cuaderno de física.

jueves, 4 de julio de 2013

Erasmus permanente

-¿Crees que sería más fácil si creyeras en Dios? - dijo sin mirarla- ¿Si estuvieras convencida de que me voy a un lugar mejor donde seguiré siendo feliz?
Apoyó la cabeza en su hombro.
-Creo que no, porque tú seguirías yéndote y yo seguiría quedándome aquí. Es cómo cuando tu novio se va de Erasmus: sabes que se lo va a pasar bien y que es por su bien, pero no tienes por qué alegrarte.
Cerró los ojos e intentó no llorar.
Ninguna de las dos tuvo éxito.