Qué pena no poder darte un beso. Sólo uno. O tal vez dos. Un
beso de buenos días, y otro de buenas noches. Y uno de buenas tardes. Y otro
para el desayuno. Para la comida, la merienda y la cena. Uno que te despida
cuando te vas a clase, y otro que te reciba cuando vuelves. Un beso cuando te
vistes, un beso cuando recoges. Uno para la sobremesa, otro para el café y la
siesta de después. Para que estudies por la tarde. Uno cuando te duchas, siete
cuando te secas el pelo. Uno para cuando te haces la cena y dos para cuando me
sonríes por la pantalla. Uno para cuando te sientas en el sofá, cuando ves una peli,
cuando te quedas dormida.
Uno por cada bostezo, cada legaña y cada estiramiento. Dos
por cada vez que te retiras el pelo de la cara y tres por cada vez que me haces
reír. O seis. O mil.
Mil besos por cómo eres… y uno más, por inspirarme.
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