viernes, 26 de marzo de 2010

Indirectas

La casa está llena de gente. Siempre ocurre lo mismo cuando organizan estas fiestas: invitas a unos amigos, que invitan a unos amigos... y al final el salón se desborda. Hay tanta gente que Marta y Nerea pueden hablar de él sin preocuparse de que las oiga nadie. Entre el volumen de la música y el nivel de alcohol que empieza a reinar en el ambiente nadie les presta especial atención.

-Entonces, ¿qué? ¿Vas a decirle algo?- pregunta Marta antes de darle un sorbo a su copa.
-Es que… se me da mal hablar de esto.
-Pues no le hables; mándale indirectas: una sonrisa, un gesto, se amable, coquetea… Venga tía, ¡que pareces nueva! Además, te he visto hacerlo mil veces.
Nerea apoya su hombro en la pared mientras le ve a lo lejos, por encima de Marta, hablando con dos amigos.
-Ya, pero nunca me había puesto tan nerviosa, y eso me preocupa. No quiero irle de frente porque diré lo que no debo y acabaremos discutiendo.
Marta sonríe para dar ánimos a su amiga. Se nota que está como un flan, pero claro, el chico le gusta y no puede dejar que se vuelvan a entrometer.
-Hazme caso,- insiste- indirectas. Si es un tío listo, lo pillará.

Iván, que está justo detrás de ellas rellenando la cubitera, sonríe al oír esto último y se acerca con un plato de aceitunas.
-Si queréis mi humilde opinión masculina, los hombres no entendemos las indirectas. Y menos aún en este caso, que hay un pasado turbio y confuso.
Marta le mira, cada vez más confundida.
-Entonces, ¿qué hago?
-Ahuécate el escote, insinuaté, haz todos los comentarios posibles con doble sentido mirándole… Y si todo eso falla, metete en su cama antes de acabe la fiesta. Por si acaso, su cuarto es del final del pasillo a la izquierda. El de la derecha es el mío.
Marta se mete de por medio antes de que siga hablando.
-Ni le escuches Nerea.
Ella duda.
-¿Sabes qué es lo peor? Que fijo que esas cosas funcionarían.
-Conmigo, seguro.- Añade Iván. Y se aleja mirándolas mientras se mete una aceituna en la boca.

Nerea suspira.
-Pues si que me habéis ayudado. Entonces, ¿qué? ¿Le hablo? ¿Me insinúo? ¿Le enseño una teta?
Marta apura su copa y sentencia:
-Tú hazme caso y prueba con las indirectas… que yo voy a meterme en la cama de Iván.- Nerea la mira sorprendida mientras ella se aleja descarada y, justo antes de desaparecer entre la multitud, se gira -Ha dicho que es la de la derecha, ¿no?
Ambas se sonríen.

11 horas después, con algo de resaca y la cara lavada, vuelven a encontrarse en la misma cocina.
Y la sonrisa, esta vez, es aún más grande.

domingo, 14 de marzo de 2010

Con un beso

Murió anoche, con un beso.
Era tarde y llovía. Ni siquiera teníamos pensado pasar por allí, pero se había quedado buena noche y preferimos dar una vuelta. Le vimos al otro lado de la calle, ella cruzó corriendo para saludarle. Él le dio un beso casual, rápido, pero fue suficiente para que se esfumara para siempre. La vi desplomarse en el suelo, de golpe, y no puede hacer nada por ella. Cuando quise darme cuenta ya se había ido.

Mi esperanza murió anoche, al ver como él se besaba con otra.
Yo, que la quería, que la necesitaba, la echaré de menos.

domingo, 7 de marzo de 2010

-Dime que no.
-¿Que te diga que no a qué?
-A todo. A lo que sea. A lo que yo te pida.
-¿Por qué?
-Porque estoy cansada de que me consientan. ¿Lo harás?
-No.
-¿No?
-No. Porque eso sería consentirte. Si me preguntas algo, si me pides algo, seguiré contestando lo que me dé la gana.
-Gracias... supongo.