lunes, 15 de julio de 2013

La chica en las sombras

Le gustaba pensar en ella misma como en un secreto de Estado. Nadie sabía quién era, nadie conocía sus intenciones. Podía arrasar naciones enteras si se lo proponía, y no dudaría a la hora de apretar el gatillo.
Sería una máquina de matar, certera y silenciosa, eficaz y decidida, y volvería locos a los hombres, porque no hay nada más irresistible que una mujer que sabe lo que quiere. 
No tendría identidad, sería una sombra que se mueve en la noche, sin hacer ruido, sin dejar rastro. Manejando países, personas y empresas sin que nadie lo supiera.
Sería ángel y demonio, luz y oscuridad, crimen y castigo.
Sería todo eso y más.

Pero, de momento, lo que más quería era aprobar el examen de mañana, así que volvió a la Tierra y se concentro en su cuaderno de física.

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