sábado, 9 de noviembre de 2013

Venga a nosotros el caos

Decía un sabio llamado Logan Echolls (y con “sabio” me refiero al personaje de una serie de televisión del que me declaro fan y pretendiente) que nadie escribe canciones sobre los amores fáciles, y es verdad. Yo estaba el triple de inspirada cuando la vida era más difícil y tenía algún problema sentimental. Cuando todo está bien, o cuando simplemente está en calma, las musas huyen.
Quizás haya un poco de egocentrismo en todo esto, ya que si tu vida está en orden te da mas tiempo para centrarte en los demás y en sus problemas, te ofrece tiempo para ayudarles a gestionarlos o para escribir sobre ellos. Sin embargo, lo fácil es escribir sobre el dolor propio, no sobre el ajeno o, si me apuras, el que creamos por simple amor a la ficción. No nos gusta inspirarnos en historias de otros, porque lo que escribimos debe de salir de dentro, porque no sabemos contar otras vidas que no hemos vivido, o nos gustaría vivir, o creemos saber vivir.
Yo creo que antes no era así. Antes no necesitaba un modelo de desamor para sentarme a contar una historia, pero lo cierto es que estoy en blanco desde hace tiempo en lo que a relatos se refiere, y nada podría darme más rabia. Me da la sensación de que todo lo que se me ocurre es aburrido, clásico, recurrente, viejo y/o poco original. Es complicado dar con el nudo para una historia cuando estás en standby emocional, y lo único que eres capaz de crear son historias planas, sin profundidad, y eso desemboca en que se te olvide ligar una palabra con la siguiente y empieces a no saber narrar de forma interesante ni cómo has comprado el pan esa mañana.

Quién lo iba a decir, al final el caos es mucho más útil que el orden. La  vida es más entretenida con cierta chispa de emoción. Como decía Barney Stinson, personaje de otra famosa serie televisiva, “maybe I don't want to be saved the trouble. Maybe I want the trouble.”

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