viernes, 29 de noviembre de 2013

Respira

Levántate. Haz un gran desayuno. Lee un poco. Haz una colada, dos, tres. Las que hagan falta. Baja a comprar comida. Date una vuelta, pero pensando en cosas que hacer. Ponte música alegre. Limpia la cocina. Pasa una aspiradora. Hazte la comida. Ponte una película. Insustancial, de las que sólo distraen. Duerme un poco. Pon más música. Arréglate. Sal. Intenta sonreír. Hazles creer que estás allí. Cena. Toma unas copas. Sigue sonriendo. Finge que estás bien. Vuelve a casa cansada, para dormirte pronto y, con suerte, no pensar.
Y respira. De cuando en cuando, no te olvides de respirar. Es más importante de lo que parece.
Así un día. Y luego otro. Y otro más. Hasta que deje de doler. Las 24 horas.

Resulta agotador. Mantenerte ocupada para olvidarte de que alguien ya no está en este mundo es horriblemente agotador.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Subconsciente

Estos tres últimos días mi cerebro ha decidido torturarme, y ha elegido el único ámbito en el que no puedo controlarle: los sueños. Cada noche lloro de alegría porque nos encontramos y me echo a tus brazos, nos abrazamos fuerte, como si no nos fuéramos a separar al despertar.
Un día podría soportarlo, pero cada noche el sueño se repite, y cuando abro los ojos me parece más bien una pesadilla, porque la consciencia pierde sentido después de verte de nuevo.
No necesito a un experto para saber lo que significa: que te echo de menos. Que me gustaría seguir despidiéndome en vez de estar aquí, sola, sin ti. Una despedida eterna en la que nunca dijésemos adiós.

Pero la realidad es que no puedo abrazarte, a pesar de ser lo que más quiero en el mundo ahora mismo. Por el momento tengo que seguir adelante, afrontando lo que venga y viviendo mi aventura. Eso sí, ten por seguro que cuando acabe y finalmente nos reunamos, lo sentirás en los pulmones.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Venga a nosotros el caos

Decía un sabio llamado Logan Echolls (y con “sabio” me refiero al personaje de una serie de televisión del que me declaro fan y pretendiente) que nadie escribe canciones sobre los amores fáciles, y es verdad. Yo estaba el triple de inspirada cuando la vida era más difícil y tenía algún problema sentimental. Cuando todo está bien, o cuando simplemente está en calma, las musas huyen.
Quizás haya un poco de egocentrismo en todo esto, ya que si tu vida está en orden te da mas tiempo para centrarte en los demás y en sus problemas, te ofrece tiempo para ayudarles a gestionarlos o para escribir sobre ellos. Sin embargo, lo fácil es escribir sobre el dolor propio, no sobre el ajeno o, si me apuras, el que creamos por simple amor a la ficción. No nos gusta inspirarnos en historias de otros, porque lo que escribimos debe de salir de dentro, porque no sabemos contar otras vidas que no hemos vivido, o nos gustaría vivir, o creemos saber vivir.
Yo creo que antes no era así. Antes no necesitaba un modelo de desamor para sentarme a contar una historia, pero lo cierto es que estoy en blanco desde hace tiempo en lo que a relatos se refiere, y nada podría darme más rabia. Me da la sensación de que todo lo que se me ocurre es aburrido, clásico, recurrente, viejo y/o poco original. Es complicado dar con el nudo para una historia cuando estás en standby emocional, y lo único que eres capaz de crear son historias planas, sin profundidad, y eso desemboca en que se te olvide ligar una palabra con la siguiente y empieces a no saber narrar de forma interesante ni cómo has comprado el pan esa mañana.

Quién lo iba a decir, al final el caos es mucho más útil que el orden. La  vida es más entretenida con cierta chispa de emoción. Como decía Barney Stinson, personaje de otra famosa serie televisiva, “maybe I don't want to be saved the trouble. Maybe I want the trouble.”