sábado, 27 de febrero de 2010

Ser feliz

Que te sonrían en el metro; que te dé el sol mientras esperas el bus; que anulen una clase; recibir un sms porque sí; tener noticias de alguien que hace mucho que no ves; encender la radio y que estén poniendo tu canción favorita; conocer a alguien; encontrar un céntimo en el suelo; que te propongan un plan inesperado e inmediato; los días de primavera; acertar absurdamente una pregunta del trivial; una buena película; descubrir que una canción expresa exactamente cómo te sientes después de escucharla 100 veces; que te abracen cuando lo necesitas sin necesidad de pedirlo; la nieve; encontrar a un conocido en el tren; las fresas con azúcar; cruzarte con esa persona que te encanta de la facultad; pensar que es miércoles cuando en realidad es jueves; despertarte un domingo y darte cuenta de que tienes toda la mañana para seguir durmiendo; tomar una cervecita con los amigos; tumbarse en el césped los días de calor; encontrar unas fotos que hacía años que no veías; que te salga en el mp3 una canción que te recuerda a un momentazo de la última fiesta; mantener una conversación absurda durante horas; rememorar una anécdota olvidada; comerse la masa de las croquetas cruda; que el autobús llegue justo cuando tú llegas a la parada; escribir notitas en clase; acostarse tarde; levantarse tarde; que te cuenten un buen chiste seguido de uno malo, que siempre hace gracia; tocar la arena con los pies; los vasos de leche con cola cao antes de dormir; los finales felices; que te dejen un buen libro; llorar de la risa; ver a un bebé en cochecito; enterarte de un secreto; la luna llena; descubrir que tienes algo en común con alguien; el olor a rosa; pintar con plastidecors en un folio en blanco; la pasta que hace tu madre.

Hay tantas cosas por las que sonreír a diario que me cuesta mucho entender a la gente que siempre está de mal humor.
¿Cuales se os ocurren?

viernes, 12 de febrero de 2010

Backstage

Fue un amor muy corto, una aventura pasional de backstage. Y aunque para mi fue el mejor concierto de mi vida, sé que para ti sólo fui otra más en la lista de grupis de revolcón.
Pero, a pesar de ello, en los días malos me gusta ponerme los cascos, cerrar los ojos e imaginar que me cantas al oído; me gusta pensar que en realidad esa canción está escrita para mí.

jueves, 4 de febrero de 2010

En los rellanos no llueve

El cielo truena. Paula se asoma a la ventana y comprueba que unos terribles nubarrones están tomando la ciudad. En cuestión de horas estará todo empapado. Afortunadamente ella no piensa salir de casa. Ya lleva el pijama puesto y se dispone a tomarse una taza de té cuando llaman a la puerta. No espera a nadie, nunca espera a nadie, y menos ahora que deben estar todos en el aeropuerto, llevando a cabo la “gran despedida”. No está triste por no haber ido, no habría sabido qué decirle, nunca supo decir adiós a la gente. En su vida las personas entraban y salían sin permiso y sin explicaciones. Un día estaban y, al siguiente, no. Era duro, pero también más sencillo, y Paula ya estaba acostumbrada a vivir sin esperar nada de nadie a largo plazo.

Vuelven a llamar. Arrastrando los pies en las zapatillas de estar por casa, Paula deja la taza en la mesa del salón y va a abrir. Cual es su sorpresa al verle allí, en la puerta de su casa y sin maletas.
-Hola.
-Hola, -contesta Paula extrañada- ¿no deberías estar en el aeropuerto?
-Si, bueno… Es que no… no quería irme sin probar una cosa.
Y así, sin más, la besa en mitad del rellano. Un beso corto, tímido, pero muy esperado. Cuando se separan, Paula no entiende nada y no sabe exactamente qué decir. Se quedan mirándose unos segundos, y luego él se lleva la mano a la boca, torciendo el labio en un gesto que a ella no acaba de gustarle.
-Bueno y… ¿qué? ¿No vas a decir nada?
Él levanta la vista y sonríe de medio lado.
-Creo que ha merecido la pena dejar escapar ese avión.