jueves, 12 de noviembre de 2009

Absurdos detalles

Marcos llegó de la oficina cansado, como siempre. Al dirigirse a su cuarto escuchó mucho ruido en la habitación de Elena. Era extraño, entre semana ella solía pasarse en el despacho muchas más horas de las recomendables. Abrió la puerta, se asomó desde el pasillo y se la encontró saltando sobre la cama. No debía hacer eso, ya tenía una edad como para estar dando brincos sobre el colchón. Aunque, a decir verdad, llevaba días comportándose de forma muy extraña. Hacía cosas poco propias de ella: le echaba dos azucarillos al café, sonreía al saludar por las mañanas, había añadido un toque de color a su vestuario, se acostaba más tarde y, últimamente, empleaba más tiempo en escuchar música y leer que en acabar proyectos en su despacho.
Se quedó mirándola desde el marco de la puerta, con expresión intrigada y reprochadora.
-¿Se puede saber que estás haciendo?
Elena paró un momento de saltar y se sentó sobre la cama. Llevaba el pelo rubio revuelto y la cara algo roja, aunque sonreía de oreja a oreja.
-Ser feliz, para variar. Deberías probarlo de vez en cuando.

Marcos siguió su camino por el pasillo y se metió en su cuarto. Su compañera de piso estaba realmente extraña. ¿Ser feliz? Por favor, ni que la felicidad se encontrara en los absurdos detalles en los que ella buscaba.

3 comentarios:

aidanone* dijo...

Ooooooh mola ^^
Marcos es tonto ¬¬


Explicación a la entrada que tanto te intriga: hace bastante tiempo mi profesor de ballet me preguntó por qué bailaba y no supe qué responderle. Ahora sí :P

Je m'apelle Laura dijo...

He vuelto definitavamente :)))
Era hora creo yo

g0min0las dijo...

Toma, toma. La felicidad está en cualquier rincón, siempre y cuando uno quiera encontrarla.